vendredi 4 décembre 2009

Museo Arqueológico de Larache



Este museo, inaugurado en 1973, ocupa una torre cuadrada de reducidas dimensiones un castillete de origen benimerin (S. XIV), conocida como Torre del Judío. Un escudo de origen español decora la fachada principal de la torre. La denominación de «judía» proviene de un relato de la tradición oral, según el cual un judío que fue asesinado en la torre, apareció un día colgado de un merlón y, aunque fue retirado su cadáver, su espíritu se sigue apareciendo las noches de luna llena, causando terror entre la población.
Esta torre se encuentra en las proximidades del fuerte Laqlaq, en el extremo sur de la alcazaba, formando parte del conjunto defensivo de ésta (Láms. 120 y 121). La torre, construida alternando hiladas de piedra y ladrillo trabadas con mortero, es de planta cuadrada, de 10 x 10 metros y con una altura también de 10 metros. Su interior se articula en tres niveles, el inferior
forma una sala que sustenta su cubierta en un pilar central, mientras que el piso inmediatamente superior es abovedado; la última planta es la terraza, que conserva su parapeto almenado
así como cuatro matacanes en cada una de sus esquinas. El acceso se encuentra en el frente norte y sobre la puerta se encuentra un escudo de armas.
El museo alberga los hallazgos realizados en Lixus (a 4 km de Larache). La exposición abarca todos los periodos de la historia del lugar, desde la época fenicia hasta la época islámica.
Su colección está compuesta por muestras de la cerámica utilizada en la vida cotidiana (cerámica de marcada influencia cartaginense), por jarrones, lámparas helenísticas, utensilios importados desde Roma, cerámica roja (cántaros y lámparas de aceite), balsameras de cristal, mosaicos, herramientas de construcción, objetos utilizados para la decoración de las casas, ruedas de molino, útiles de pesca, pesos de medidas, y por una importante colección de monedas (la mayor parte de ellas de bronce) que datan de las épocas fenicia, cartaginense, mauritana y romana.
Asimismo, el visitante podrá apreciar un bello pendiente grabado con el signo de Tanit, diosa venerada por los cartagineses.
La época islámica queda representada en las muestras de cerámica almohade, entre las que destaca un jarrón con inscripciones en caracteres marroquíes.

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